lavativario

Escaparate de curiosidades. Una suerte de guía de lugares, comidas, libros, discos, bebidas y otros un poco fuera de los estándares más usuales y hecha desde una óptica muy personal. Esas cosas que sólo le recomiendas a tus amigos más cercanos.

Tuesday, January 30, 2007

Memorias del Hay Festival (I)

Lo prometido es deuda. Si no me conecté desde allá fue porque estuve metida de cabeza en aquella maravilla. Pero ya de regreso les doy el detalle de lo que vi, oí, comí, bailé y gocé en esa bella y rara ciudad que es Cartagena de Indias, entre el 25 y el 28 de este enrarecido enero en El Woodstock de la mente, como lo bautizó Bill Clinton.

Relato de un Gol
El cuento es más o menos así. Cuando Jorge Valdano anotó un gol definitivo en el encuentro final del Mundial México 86, ante Alemania y que coronó a la albiceleste como ganadora de la copa, todos sus compañeros de equipo lloraron como niños. Todos menos él. En medio de su estupefacción, no pudo comprender el triunfo.
Pasaron tres años cuando una mañana Valdano corría por un parque cercano a su casa. Se llevó un walkman y un casette que le había mandado un amigo, de esos que reúnen saludos y recortes de cosas que a uno le gustan, que solían mandarse a los amigos que estaban lejos antes de Internet. Fue ese casette el que operó el milagro.
El amigo de Valdano grabó la narración que hiciera de aquél histórico encuentro final de México 86 el comentarista favorito del deportista, el mismo al que oía de niño y con el que seguramente soñó más de una vez. Cuando Valdano escuchó aquella voz narrando su gol, entendió todo. Y entonces, en medio del parque, a tres años del triunfo, Valdano lloró como un niño.
“Sólo las palabras pudieron darme la dimensión completa de lo que había hecho. Sólo entonces entendí lo que había sido para mí aquél gol”.
Jorge Valdano es un tipo brillante. En su época como jugador perteneció a la selección que ganó el mundial de Fútbol México 86, además de ganar tres ligas y dos copas de la UEFA, con el Real Madrid, equipo del que fue Director General Deportivo. Ha sido comentarista y entrenador de fútbol y ha escrito tanto sobre el reino de la pelota blanco y negro que lo llaman “el filósofo”.
En un encuentro sobre Literatura y fútbol, con el escritor Daniel Samper Pizano y con el editor cultural de El País de España, Santiago Segurola, en la que dio rienda suelta a todo ese saber que reúne en su cabeza sobre el deporte.
Valdano dice que el fútbol nunca ha sido apreciado en su valor real, porque inspira la desconfianza de las elites, mientras las izquierdas lo ven como otro opio de los pueblos. Para él, en cambio, el fútbol “es la más importante de las cosas no importantes. En Argentina es una compensación casi única de la unidad nacional que no hemos tenido en otros ámbitos. Por eso Maradona es la metáfora de Argentina por excelencia”.

Frases, regalos:
“Así como aquél cuadro de René Magritte decía ‘Esto no es una pipa’, en los periódicos habría que poner ‘Esto no es la realidad’. Si me preguntan la diferencia entre periodismo y literatura tengo que decir que ambas disciplinas se nutren del lenguaje, que es una representación de la realidad. Y en ese caso, son parte de lo mismo”. Esta frase es de Juan José Millás, dicha en una conferencia (otra más) sobre Periodismo y Literatura, de esas que intentan buscar la quinta pata inexistente de la cosa.
Millás dice también: “Una persona puede hacerse una idea muy clara de la realidad a través de un periódico sin leer ni una sola noticia. Si se leen los obituarios, los avisos clasificados, las cartas de los lectores, allí está también una realidad que es innegable”.
“El reportaje es un cuento que es verdad”. Esta la dijo Jaime Abello Banfi, director de la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano, en la misma conferencia.

No sólo de literatura vive el hombre
Evidentemente, no podía sobrevivir cuatro días en Cartagena sin comida (y comida de la buena). Para que no se me fastidien los lectores con tanta letra, les voy a ir dejando las recomendaciones, a lo Hanzel y Gretel, en pequeñas migajitas, con cada una de estas entregas, y así lo ven más como pasó: un día, una comida rica.

Café del Santísimo
En Cartagena la cosa sacra tiene una presencia inquietante y estremecedora. Varios restaurantes han tomado el tema y lo explotan en menús variados y ambientes decorados con figuras de santos que, aunque tienen cara de torturadas, le dan un efecto interesante a la experiencia.
Este café está en una hermosa casa con patio interno y un piso de mosaicos que ya vale la pena ver, así uno entre sólo por una cerveza. La comida es elaborada y pretenciosa, pero tiene sus méritos. Los nombres de los platos siguen el juego de lo sacro (los postres, muy oportunamente fueron bautizados igual que los pecados capitales) y tienen varias ofertas de menús nada caros y bastante ricos.
Pero mi favorito, entre lo que probé, fue una entrada. Se llaman Carimañolas y son la quintaesencia de la fritanga maravillosa. Unos pequeños buñuelos de yuca, salados, rellenos con un guiso de carne molida y acompañados con suero de leche. De morirse.
Extrañé un poquito de picante para echarles dentro y un cilantrico picado encima del suero.
El café queda en: San Diego, Calle del Santísimo, No. 8-19, dentro de la ciudad amurallada.

Monday, January 22, 2007

En una de Martha Stewart

Ya sé que me van a acusar de vieja pavosa por hacer esta recomendación, pero quienes vivimos solos y solemos refugiarnos en nuestra casa para cocinar, comer, oír música, leer o tomarse seis botellas de vino con los amigos -aunque después a uno lo acusen de ser una sifrina desalmada por eso-, tenemos cierta debilidad por los corotos para la casa.
Sí, pues, lo admito. Dentro de mí, que me las doy de “alternativa”, vive una vieja, una Martha Stewart cualquiera, a la que le gusta cocinar, comer y meter conservas en potes de vidrio. Crucifíquenme, pues.
La cosa es que conozco a más de una (y más de uno) que, como yo, se las dan de duros pero en cuanto se encierran en sus casas, se les sale la hermana Bernarda y sacan cuchillos, sartenes, ollas y otros corotos y se entregan a la cocina.
Y cuando encuentro un lugar donde comprar esos corotos, me vuelvo como loca. En lo que tengo dos reales en el bolsillo, me lanzo a comprar más vainas para la cocina y a inventar qué hacer con ellas. Quienes compartan conmigo esa pasión tienen que visitar el bazar Dinafra, en la tercera avenida de Los Palos Grandes.
Está en toda la esquina frente a Banesco, tienen de todo para la casa y los precios son bastante buenos, porque finalmente esto es un bazar y no una “tienda de cocina”, de esas en las que por una cucharita te quieren cobrar como si fuera el juego de cubiertos completo.
Si les gusta cocinar o comprar corotos para la casa, no está de más que se den una pasadita.

Atraconcito mañanero
El otro día salí de una entrevista como a las 10:30 de la mañana y me estaban, literalmente, temblando las manos del hambre. Me antojé dolorosamente de una empanada, pero estaba en el Centro Plaza y no hallaba dónde comer.
Me fui a tomar un jugo de fruta en La Rugula (en la primera Avenida de Los Palos Grandes, poco antes de Oltre Mare) y entonces vi una cartulina fosforescente con la gloriosa inscripción: “Sí hay empanadas de caraota, cazón, pollo, dominó, carne…”.
No sólo resolví el problema del hambre, sino que hice un descubrimiento. Las empanadas son ricas y bien hechecitas (como de una tía de uno) y además, los juguitos, que siempre están ricos, les hacen el complemento perfecto.
Si andan por ahí, con hambre, olvídense de esperar mesa eternamente en St Honoré y despáchense sus empanaditas. El respectivo picante y la guasacaca están allí, esperando en sus potecitos, como Dios manda.

I’m wide awake, i’m not sleeping
Estoy oyendo Bad de U2 y me dieron ganas de dejarle esta frase Reyna, que me reclamó el estado de panzoñamiento de las semanas anteriores. No te preocupes, ya me quité la cobija de encima.

Season Finale
Salgo para Cartagena este miércoles, al Hay Festival (una fiesta de la literatura que promete). Si tengo chance desde allá les cuento cómo es eso. Si no, cuando regrese, van las notas y las recomendaciones.

Monday, January 08, 2007

Flojera y (des)propósitos

En enero todos los días son lunes. Uno se levanta de la cama con un deseo que casi da ganas de llorar de permanecer en ella, se cepilla, se baña, se desayuna y arranca el carro con la modorra pegada al cachete y ésta no se quita, sino que se contagia al otro cachete, a la frente, a las piernas, cuando uno llega al escritorio y ve lo que tiene por delante.
Como sé que ustedes, como yo, deben estar sufriendo de este estado general de caliladi, les voy a proponer una lista de cinco cosas que uno puede hacer por estos días, no como “to do list” (por favor, de esas nos sobran a todos), sino como “to be list”, para ver si de alguna manera nos sacudimos este estado de encima. Eso sí, easy going, como siempre, que no hay porqué correr. Nos quedan 11 meses por delante.

1. Aprovechar la sombra casi imperceptible de Pacheco. Este año el señor no quiso bajar. Apenas se siente una brisita mañanera, pero del frío, casi nada. Tengo mi teoría al respecto. Hace unos días me informaron que esos muñecos espantosos que pululan en las plazas del municipio Chacao, yque regando unas flores más espantosas aún, son una representación de Pacheco. Es evidente que Pacheco, al igual que otras personas sensibles que todavía habitamos esta ciudad, se sintió ofendido con esa “ofrenda”.
De cualquier manera lo que sí hay es un cielo despejado del carajo. Y esa brisita, a la que es mejor agarrarse, pues el 2007 promete ser todavía más caluroso que el pasado lustro. Hay que tratar entonces de pasar algo de tiempo diurno en la calle, arrimarse a la brisita y mirar parriba.

2. Reconciliarse con la biblioteca. En estos días en los que todo anda a media máquina y de jefes pa’bajo todo el mundo echa el carro y escurre el bulto, uno llega a la casa más temprano. Yo pienso aprovechar para revisar mi biblioteca (mi clóset y los gabinetes de la cocina también me gritan que lo haga, pero me da una ladilla indecible, así que los voy a ignorar por ahora), ver qué leí, qué no, qué no pienso leer nunca (y salir de eso) y seguramente encontrar algunas cosas que había olvidado y me va a provocar leer. Con los discos se puede hacer lo mismo.

3. Hacer listas de reproducción. Para los que tenemos IPod (y me perdonan la chocancia los que no) este es un buen mes para ponerse a inventar listas de reproducción de nuestra música favorita. Estas nos van a servir o bien para escapar de la inminente ida al trabajo todas las mañanas o, para los que hacen ejercicios, para darse ánimos en esa dura tarea de ser saludables y bellos. Quienes no tienen IPod pueden hacer lo mismo quemando CDs. Búsquense unas cuántas canciones que les encanten, pónganlas una tras otra, y vuelvan a la costumbre del “te grabé un caset”, que uno nunca debe perder, aunque la tecnología lo cambie todo de fomatos.

4. Aprovechar las rebajas. Sí, es horrible porque absolutamente tooodo el mundo lo hace. Pero quienes no nos gastamos las utilidades en diciembre, y queremos un bluyincito nuevo, debemos resignarnos y sufrir las colas de Zara y el verguero que es el Sambil para comprar más barato. Recomiendo hacer esto ya a al final, cuando queda un repelito que ponen todavía más barato y las señoras esas que lo compran todo ya están en sus casas friéndose unas ñemas. De otra forma, lo mejor es pensar que este año a uno le va a entrar mucho más real, y comprar más caro despuecito.

5. Salir de viaje. Quienes no se fueron de rumba este diciembre (que a juzgar por como estaban las calles fueron más bien pocos) pueden aprovechar estas semanas para vivir la maravilla que son las playas desiertas y las carreteras tranquilas y ser la envidia de sus amigos. Yo como empecé en un trabajo a mediados de año, no me puedo dar ese lujo (o sea, soy de los que envidian).

Lo mejor para todos este 2007 (no pensarían que se iban a salvar de eso ¿o sí?).