lavativario

Escaparate de curiosidades. Una suerte de guía de lugares, comidas, libros, discos, bebidas y otros un poco fuera de los estándares más usuales y hecha desde una óptica muy personal. Esas cosas que sólo le recomiendas a tus amigos más cercanos.

Monday, October 30, 2006

Mil horas reguetoneras...

Como una especie de mal presagio del tiempo que iba a pasar en esa condena-camionetica (mi carro se dañó, otra vez, ando a pie), el chofer cambió el disco que venía oyendo a toda mecha -que debe haberse llamado "éxitos de rock easy listening" o algo así- por uno de, claro, regetón.
Cuando enfilamos la Av. Libertador empecé a reconocer una letra guardada en algún lugar de mi memoria ochentosa: "La otra noche te esperé bajo la lluvia dos horas, mil horas, como un perro...". La hicieron Los abuelos de la nada, en Argentina. Pero a algún reguetonero se le ocurrió adaptarla a esta tumbadora (y perturbadora) cadencia boricua, con lo que ahora, hasta los Abuelos, quedaron para el perreo... Cosas de la vida.
Y, como con tantas otras cosas de estos días, uno se pregunta ¿Se irá a acabar esto?

Un escaparate de curiosidades


A ver, a ver...

Primero tengo que arrancar contando cómo llegué aquí. Desde hace ya tres años (saco la cuenta y me parece estar hablando de la Venezuela de antier) empecé a escribir una columna muy personal en la página web del diario El Nacional. Le puse Lavativario como un homenaje a mi abuelo Pepe, que siempre utilizaba la palabra "lavativa" como eufemismo de "vaina", porque él consideraba que "vaina" era mala palabra y no quería decir malas palabras delante de su nieta (que con los años resultó ser bastante malhablada, pero esa es otra historia).
El hecho es que tengo ya un rato hablando de lavativas en la red y unos cuantos amigos en línea que sintonizaron con la idea: una suerte de guía de tesoros escondidos en diferentes sitios (lugares, comidas, bebidas, libros, exposiciones, eventos, canciones, discos, etc), de esas cosas a las que uno sólo llega cuando un amigo se lo contó en una fiesta.
El Lavativario es un lugar donde hay respuesta a preguntas como ¿Dónde te compraste esos zapatos?, ¿Tú sabrás dónde hacen tiramisú que estoy antojado? o ¿Qué habra de bueno por ahí para ver este fin de semana?, pero, claro, en una tónica muy personal. O sea, es lo que yo, humildemente, le recomendaría a mis amigos para hacer, ir, comer, leer o escuchar. Y claro, no pretendo que le encante a todo el mundo. Pero me temo que más de uno lo disfruta.
Desde hacía rato quería convertirlo en un blog, primero para hacerme más disciplina con el asunto de las actualizaciones y segundo porque a veces hay cosas que quiero contar apenas las veo, y con la dinámica de la página web es más difícil.
No les cuento más. Mejor acérquense a dar un vistazo, "sin ningún tipo de compromiso", como dicen los buhoneros y, si ven algo que les guste, llévenselo, por favor. Y, si de casualidad tienen alguna lavativa que les gustaría dejar por aquí, siéntanse en completa libertad, que para eso estamos.
Próximamente voy a estar dedicándome a pasar todos mis lavativarios a este sitio, e iré añadiendo actualizaciones con la misma lógica del negro Eudomar Santos: "Como vaya viniendo..."

Saludos y güelcome

Sobre el lavativario

El diccionario Clave, del uso actual del castellano, define lavativa como: líquido que se introduce en el organismo (...), generalmente con fines terapéuticos o laxantes, para facilitar una operación de diagnóstico: “le pusieron una lavativa de agua hervida, porque llevaba varios días estreñido”. O sea, un enema de otros tiempos. Pero en el habla popular venezolana, la palabra “lavativa” significaba algo así como una “vaina”.Recuerdo que mi abuelo decía: “Fíjate tú esta lavativa que dicen esos diputados”, o más frecuentemente “déjate de estar echando tanta lavativa”.Tristemente, mi abuelo se fue y yo, años después, no he dejado de echar lavativa. Y es en esta sección donde me dedico a hacerlo. Lo que sigue es una recopilación de una columna que escribo en Internet desde hace ya un tiempo y que me ha traído unas cuantas amistades en el mundo y esa sensación de que ciertamente, por mucho que nos extrañe, hay gente que se nos parece por allí regada. Aquí no vas a encontrar noticias interesantísimas, ni indicadores de interés general, ni notas relacionadas con eso de lo que todo el mundo está hablando, sino justamente lo contrario. Aquí veremos cosas que no has visto, rarezas, curiosidades y recovecos de Caracas, que puedes agarrar, mirar, preguntar “sin compromiso” y quién sabe si hasta conservar contigo.
Si te gusta, puedes verlas todas en www.el-nacional.com/lavativario (y ahora, claro, en este blog)

Lavativario # 13

Havanna, a tus pies
Esta sí es una buena noticia. Caminando por el Centro San Ignacio el otro día, me topé con un logo familiar en una tienda: el de los alfajores Havanna, los mismos que antes he comentado en esta suerte de guía de tesoros ocultos, y que se han convertido en el encargo que me desvela de emoción cada vez que algún conocido viaja a Argentina. Pues la cosa abrió y les cuento que, si son locos-Argentina, como yo, les va a dar toda la nostalgia del mundo cuando entren y lean en el menú la palabra "galletitas" y comprueben la exitencia del "submarino" (un pedacito de chocolate nadando en una taza de leche caliente, que le sirven a uno en Buenos Aires para quitarle el frío y alegrarle el rostro). No dejen de acercarse. Si así nos va a tratar el Mercosur, que no escampe.

Banksy ataca a Paris
Espero que nadie piense que estoy haciendo apologías del delito cuando hablo –y bastante- de este señor, pero es que las manifestaciones de su “arte guerrillero” (como lo llama la BBC), me encantan. Ahora la agarró contra Paris Hilton. De alguna manera el irreverente grafitero británico se hizo con CD de la niña linda y adulteró “un poco” su contenido: le cambió los títulos a algunas de las canciones por frases como “¿Por qué soy famosa?” “¿Qué he hecho yo?” y “¿Para qué sirvo?”. Además sustituyó algunas de las fotos del librito del disco por imágenes que muestran a la millonaria en topless y con la cabeza de un chihuaha. Cuidadosamente, Banksy sustituyó discos originales por sus versiones en varias tiendas en Reino Unido y se cuidó de dejar los códigos de barras originales, para que los compradores no se dieran cuenta del cambio antes de pagar. Un vocero de la cadena HMV comentó que no han recibido devoluciones de la particular obra de arte. Y aunque están tratando de encontrar los discos cambiados en sus tiendas, sólo han logrado recuperar siete. También reconoció los méritos del artista: “Tengo que quitarme el sombrero. Es un muy buen truco”, declaró a la BBC.

Gente rara
Estaba super emocionada por estrenarme un pantalón que les compré a las chicas de Bará duo. Cuando se lo enseñé a Zulay, la secretaria de la oficina donde trabajo, me miró de arriba abajo y, con su sinceridad habitual, me dijo: “hay que ver que tú eres bien rara”. Lo tomé como cumplido, por supuesto. Como sé que aparte de mí en este país queda todavía suficiente gente rara como para que no me hayan cancelado esta columna, les cuento. Bará duo es taller que hace ropa de diseño bien particular. Las piezas son divertidas y lo sacan a uno de esos problemas frecuentes cuando se presenta una ocasión especial y uno no encuentra qué ponerse. Hacen además piezas a la medida. Para hacerse una idea, visiten www.baraduo.com

Al fin sucede
Andrés Calamaro (sí, voy a hablar otra vez de él. Ya saben que Calamaro y los chinos son temas recurrentes por estos lares) al fin se decidió a grabar ese disco de tangos que tanto esperábamos sus fans. Tinta Roja es un disco hecho con sentimiento, con tripa y con respeto. La versión de Como dos extraños y la del tema que da nombre al disco, son memorables. Este podría ser el disco que marque un paso definitivo en la carrera de mi querido Andrés. Pero habrá que ver qué se le ocurre luego. Escuché los dos volúmenes de ¡Calamaro Querido!, el disco de covers de sus canciones hechas por cantantes latinoamericanos que anda por ahí. Como suele suceder en esos casos: de los dos discos podría salir uno maravilloso, pero las buenas piezas están repartidas y la cosa como que se diluye entre la pavosería de la mayoría de las versiones. Lástima.

Para niños ilustrados
Hay que buscar el tiempo y hacerlo. Especialmente si uno es amante de los libros que llaman “para niños”. Hay que buscar la excusa (una visita al dentista que se complica con la anestesia, una ida al taller a buscar el carro, cualquier cosa) para salir de la oficina una mañana o una tarde y meterse en la librería Estudios (hay dos, pero la que está detrás del San Ignacio es mi favorita) a darse banquete. Si está Javier Marichal, uno de los mejores libreros de esta ciudad, la fiesta es completa. La última vez que estuve hice un auténtico mercado. Javier sabe lo que a uno le gusta, es capaz de encontrar cosas maravillosas y trae unos libros alucinantes que él llama “para niños ilustrados”. Les cuento lo que me compré, para que se hagan una ideíta: Mis primeras 80.000 palabras (un diccionario ilustrado de Media Vaca, que es una obra de arte), Vegetal como te sientes (una hermosura de libro ilustrado con fotos de vegetales con rostros, premiado por el New York Times Book Review) y La gran pregunta, de Wolf Erlbruch, una hermosa reflexión sobre qué hacemos en este planeta, que podría ser archivada bajo el título de “Filosofía con ilustraciones”.

Lavativario # 12

Diseño para llevar
Tal vez es todavía algo muy incipiente, pero Caracas está despertando. Se ve en las calcomanías que algunos vehículos llevan en sus vidrios traseros (hace poco vi una que mostraba al hombrecito de las papas Pringles con los ojos desorbitados de felicidad y se leía abajo “Prozac”), en los stenciles que abundan por las calles, en los accesorios que algunas personas llevan en la calle, en algunos libros que están llegando y antes no se veían. El hecho es que hay gente interesada en tener eso que los entendidos llaman “un discurso”. Hace un par de meses estuve en Guayoyo, un mercado de diseño que organizan varios jóvenes en la ciudad. Si bien los productos siguen siendo pocos, está el interés, las ganas de hacer cosas distintas. Me compré una franela de la marca Incorporados, que tiene una propuesta bien divertida: reciclar ciertos iconos de la cultura pop-cutre y reírse un poco de lo que somos. Tengo entendido que viene otro Guayoyo por ahí. En cuanto sepa les aviso. Pero si se enteran por otro lado, no dejen de ir. Vale la pena.

Comilona a la siciliana
Sí, lo confieso. Como dice un amigo: si yo fuera pez, ya me habrían agarrado hace tiempo. Muero por la comida. Y adoro ir a lugares donde nadie te culpa si no eres de esas mujeres que cenan “ensaladitas”. La Asociación Cultural Gastronómica Siciliana es uno de esos sitios donde mientras más comes, mejor quedas. Hay que comenzar diciendo que no está diseñado para paladares comedidos: aquí la idea es comer mucho y probar muchas cosas distintas. Comida siciliana al modo más tradicional y respetuoso en un ambiente casi casero y con las mejores probabilidades de aprender sabores distintos. Hay que reservar y no regarlo demasiado. Que conste que se los cuento a ustedes porque son gente cool. El Tfl. es: 754-0247 / 753-7093.

La guarida de Rocket man
En ese insólito lugar que es el Caesar’s Palace de Las Vegas pasan muchas cosas raras. La gente se retrata frente a una fontana farsante porque de alguna manera cree que está en Roma, el cielorraso pintado de firmamento cambia de colores según la hora del día y las columnas de falso mármol y deidades de yeso pueden ser la manera más rápida de encontrar una papelera o una salida a la calle. Si esto les parece poco, les cuento que Celine Dion tiene una tienda de souvenir. Sí, socorro.No todo es para correr. Elton John tiene también la suya. Y aunque hoy en día ni se me ocurriría comprarle un disco de los nuevos -de El Rey León para acá, con todo respeto, no, gracias-, debo confesar que sus temas pasados, esos que hizo con Bernie Taupin, me siguen gustando como cuando era chiquita y mi papá coreaba el Crocodile rock. Para fanáticos de ese viejo Elton que ya no vuelve esta tienda no está nada mal: están todos sus discos y algo de memorabilia interesante. No está de más, aunque sea por aquello de rescatar el pasado. Debe ser la edad que ya me está pegando. Abre desde las 10:00 am y está en pleno corazón del hotel, donde también se puede ver su espectáculo The Red Piano (aunque éste no me lo recomendaron mucho).

ABC - VIH
“6.500 africanos murieron hoy a causa de una enfermedad que es prevenible y tratable”.
A Bono hay quien le critica que está haciendo campaña política cuando debería estar cantando, pero no puede negarse que se ha metido de lleno con varios temas importantes de la agenda noticiosa mundial. Hace poco fue editor por un día del diario The Independent – de allí se extrae la cita que inicia esta nota. Ese día se llamó The (Red) Independent – no porque Bono apoye causas relacionadas con ese color, sino porque así se llama su campaña contra el sida- y la mitad de los fondos que se recolectaron por su venta fueron destinados a la lucha contra el sida en Africa. La edición 67 de la revista Colors también está dedicada a ese tema. Y creo que, para cualquiera, es bueno leerla. Más de 1% de la población mundial sufre de sida. Pero cada día también más personas son discriminadas por esta enfermedad. He escuchado toda clase de prejuicios de toda clase de gente sobre el sida. El nivel educativo y la clase social no ayudan a la hora de crearlos y mantenerlos. Y es bueno saber. Porque el hecho es que el sida está allí. Y, al menos sabiendo qué hacer cuando conocemos a alguien que lo padece, y cómo comportarnos, podemos ayudar. Tal vez no sea mucho, pero algo. Que siempre es mejor que nada.

Love dog, love people, love life
Una campaña publicitaria, destinada a incrementar el amor de las personas hacia los perros, ha tenido tanto éxito de 2000 hasta ahora que generó una suerte de club de fans (y más de 300 millones de dólares en ventas de productos). En The Dog Club, que puede visitarse en http://www.thedog-clubs.com/ pueden verse algunas de las 100.000 imágenes de cachorros que componen la colección y algunos de los productos que se han mercadeado a partir de ellas. Vale decir que no son imágenes comunes de los animalitos: los perritos se ven desde distintos y curiosos ángulos y, al menos para los espíritus amantes de los animales, son realmente irresistibles. Una prueba: tengo un bolso, que precisamente les compré a unas muchachas que manejan una asociación que ayuda para perros callejeros, y cada vez que lo uso escucho a algún niñito decirle a quien lo acompañe: ¡¿Ves? Yo quiero un perrito así, como ése! Para no meterme en problemas, siempre huyo por la derecha. Si no están dispuestos a sucumbir a la ternura, mejor ni se acerquen.

Compilado de lo que sigue vigente de tres años a esta parte
Ustedes ya sabrán cómo es la cosa en esta ciudad. Hacer una guía por más de dos años es más bien difícil porque "ese sitio ya cerró", "esa señora se fue a vivir fuera" o "eso cambió de dueño y ahora es malísimo". Recopilando lo que todavía sé que sigue en pie, hago memoria y cuenta y lo dejo acá

Mojitos sin Ernest Hemingway
Aunque dicen que al escritor estadounidense lo que le gustaban eran los daiquiris, esta bebida cobró fama de ser su favorita en La Bodeguita del Medio, el archifamoso bar cubano. Con o sin Hemingway, el mojito es el coctel por excelencia para disfrutar en el Caribe. Pero curiosamente en Caracas es apenas ahora cuando se masifica. Hace algunos años, sólo muy pocos sitios lo preparaban y en cualquier local nocturno le podían traer a uno una guasacaca on the rocks si se atrevía a pedir uno de estos. Si se anima a prepararlo en casa, necesita: ron blanco (Bacardí o cualquiera de los nacionales, que son muy buenos), jugo de limón, hojas de hierbabuena, un toque de azúcar y otro de amargo de Angostura, hielo y una mano que lo mezcle todo, triturando un poco las hojas para que suelten su verde y sabor. Si se siente con ganas de explorar la nueva cultura mojitera de Caracas, dos de los mejores están en Café Atlantique y en la Ronería Santa Teresa. Y olvídese de por quién es que doblan las campanas.

Frías, bellas, escamadas
Una escena que uno nunca puede olvidar es la de Ka, la serpiente del Libro de la Selva, tratando de hipnotizar al pobre Mowgly. Parte de ese encantamiento puede verse en Caracas, sin alejarse demasiado de la vía del Metro: en el terrario del Parque del Este. En medio de esta ciudad donde todo desaparece sin dejar huella, este es un refugio para reencontrarse con los mejores días del parque y para entregarse a la contemplación de una buena variedad de especies: la boa reticulada, la temida anaconda, la cascabel, varias falsas corales, y una verdísima y brillante lora, además de la popular tragavenados, con la que podrá tener contacto cercano. Uno de los guías, permite a los visitantes de todas las edades tocar la serpiente y hasta fotografiarse con ella (un servicio del centro). Está abierto entre las 9:00 am y las 5:00 pm y ofrecen visitas guiadas que hay que reservar a través del 286-6666.

Wonton para los ojos
Si hay un lugar que no debe uno perderse, aunque sea sólo como experiencia, son los bazares chinos. La mayoría de ellos está llena de baratijas inservibles, de esas que tienen una etiquetica dorada que dice “made in china”. Pero hay unos cuantos, que tienen lo suyo. Uno de mis favoritos está en la cada vez más terrible Avenida Baralt, entre las esquinas de Piñango y Muñoz, en la misma cuadra de la estación Capitolio. Se llama La Única y es sencillamente innumerable lo que se consigue allí. Si le gustan las vajillas chinas, los dragones de madera y los abanicos, o si está buscando un regalo de verdad raro, debería darse una vuelta. Otro bueno, pero mucho más pequeño y no tan generoso es el del Centro Plaza. Tienen una buena variedad de juegos de té y todos los años del mundo en ese local.

Alégrame la vida
Quien haya visto aquella película argentina El hijo de la novia, debe recordar la manía de Rafael, el personaje principal, de devorar bandejas enteras de tiramisú. El nombre de esta maravilla que se come quiere decir más o menos “anímame, alégrame”. En Caracas se come mucho tiramisú, pero encontrar uno bueno de verdad, como el que hacían en el restaurant de Rafael, es más bien difícil. El secreto, como revelaran en esa cinta es el queso mascarpone.De los que yo he probado (y mire que me dedico a eso casi profesionalmente), el mejor, de lejos, es el que hace Rita Pace en Da’Marcelo. El local es un comedor de esos que se llenan de gente que sale como loca de la oficina, almuerza en una hora, y vuelve corriendo. Pero sirven de todo y con cariño. Es como ir a casa de una tía que cocina rico. Ahora el tiramisú, es otra cosa. No lo sirven todos los días, pues depende de la disponibilidad del tan antojadizo queso. Si va y tiene la suerte de que Rita haya encontrado mascarpone, se va a acordar de haber leído esta columna. No le voy a decir más.Da Marcelo es una casa azul en la calle Coromoto de Sabana Grande, a una cuadra del Centro Comercial El Recreo.

De viejo y sin puente
Buscar libros viejos en esta ciudad es cada ves más arduo. Requiere tiempo y paciencia, además de ciertas destrezas físicas que le permitan a uno llegar hasta el Puente de la Av. Fuerzas Armadas y otros rincones de la golpeada capital. El sótano del Centro Comercial Paseo Las Mercedes, en el Centro Cultural Trasnocho, esconde una oferta interesante y mucho más económica de lo que la apariencia del local podría sugerir. El Buscón, sede predilecta de las presentaciones de muchos libros, es una fortaleza dedicada al amor a la lectura que trae sobre todo ediciones curiosas, libros de colección y títulos que no se consiguen ya con frecuencia. Váyase con tiempo, porque vale la pena recorrer cada título.Peltre para el caféLa noche en el llano, entre la luna y la hamaca, deja en su paso una mezcla de admiración y temor ante esa enormidad. El despertar no puede ser sino temprano, al ritmo de los rituales de sus gentes. Y la taza de café en la mano es el inicio para todo lo que se viene. Esa taza, al menos en mi imaginario personal del llano, tiene que ser de peltre. Paro en la capital no es tan fácil encontrar aquella vajilla pobre más común en otras épocas. Una quincalla mínima en la calle Paéz de Chacao, de nombre Seppe Nicola, las vende todavía, tan baratas que comprarlas es viajar en el tiempo.

Goyo in the dark
¿Es el Señor Misterioso un hombre extremadamente peligroso o un tipo indefenso? Una exposición de Ricardo Armas que se presentó hace poco en el Centro Cultural Trasnocho, giraba en torno a este personaje. Una estatuilla de unos 10 centímetros de alto (made in china), de plástico fluorescente que brilla en la oscuridad fue captada en varias escenas curiosas por el lente de Armas. Lo que representa y dónde se encuentra es lo que desata misterio: se trata del mismísimo José Gregorio Hernández, expendido bajo este nombre genérico en las tiendas de curiosidades de Nueva York. A Goyo no lo han podido elevar a santo porque el papeleo de un venezolano sin plata en el Vaticano es tan complicado como en cualquier país. Pero no faltará en la sabiduría popular quien asegure que se merecía desde hace rato su trono legal en el altar católico. En Internet, el sitio www.mcphee.com/senor/stories.html da cuenta de asombrosas historias relacionadas con la figura de plástico. Y recuerdo que una chica que los vendía en Union Square se quedó de lo más asombrada cuando le contamos que ese señor era un médico y casi un santo en Venezuela.Lo cierto es que mientras Goyo hace una larga fila en el Vaticano, su figura, con trajecito, corbata y sombrero, se exhibe en las vitrinas de Manhattan prometiendo traer “peligro misterio a tu ordinaria existencia”. Puede comprarse por la módica suma de $ 4,50.

Como en Nueva York
Si uno estuviera en Manhattan y se encontrara con un lugar como éste, lo primero que diría sería algo así como: “por qué en Caracas no montan un sitio así”. Pero resulta que este sitio está en Caracas, en la ya tradicional Cuadra Gastronómica, en la 3ª transversal de Los Palos Grandes. Morella Atencio y Eliza Arcaya, los talentos de Atar Creaciones Culinarias, abrieron ahora este rincón para refugiarse de las lluvias recientes, mientras se lee un libro, se degusta una rica y delgada pizza o una infusión natural y se conversa con los amigos. La decoración de Catar, de la mano de Sandy Jelambi, combina lo confortable de un sofá con lo práctico de una cocina al descubierto y lo elegante de un espejo antiguo o una lámpara tipo araña de cristal. Un mesón grande invita a sentarse al lado de otros comensales y, quién sabe, hasta a socializar con gente nueva. Está muy bien.

Salsa y Silencio
La esquina de Aserradero, en El Silencio, se va borrando entre el caos
de la ciudad. Autobuses y carritos por puesto que se paran donde les da la gana, gente que cruza donde no le corresponde (porque donde le corresponde hay un charco de descomunales dimensiones), motorizados, buhoneros y el hampa con el moño suelto. Pero para quienes todavía tenemos que cruzarla de vez en cuando, guarda un secreto digno de contar. Un señor bastante mayor (y no demasiado simpático) tiene una muy buena colección de discos de salsa, son, guaracha y otras cosas muchas buenas. Los precios son tan increíbles como el hecho de que este local (sin nombre, lo encontrará al lado de una vieja barbería) se mantenga en pie. Si se anima, no se va a arrepentir. Queda justo frente a la jamaqueada Plaza O’Leary.

Soy de Los Andes
El lector coincidirá conmigo en que el pan es sencillamente una maravilla. Es como la metáfora más perfecta de lo que es la vida y además, se come. Este dato es ampliamente conocido, pero como a veces alguien lo olvidó (o queda por ahí quien no lo sabe), lo hago circular.En pleno zaperoco caraqueño, en la esquina de Maderero, en Quinta Crespo, una panadería que tiene todos los años del mundo, hace un pan andino que no tiene menos lustros (pero los méritos, los tiene todos). “El Torbes”, como las brisas de la canción, es una de las pocas razones que quedan para pensar que el Centro de nuestra querida Caracas es un lugar que vale la pena. Hay tantos tipos de pan como la tradición andina permite, pero los grandes favoritos son el camaleón (dulce), el de guayaba (relleno de rica mermelada) y las imperdibles almojábanas (no existe calificativo para hablarle de ellas). El ambiente es como un viaje en el tiempo, los precios ya no tanto, pero son bastante buenos, y lo mejor es esperar por la bandeja que recién salga del horno.

¿Comemos una pizzita?
Tengo una amiga que dice que no disfruta mucho de la pizza. Ante mi asombrada expresión facial (sencillamente, no puedo comprender cómo es eso posible) me explica: “siempre es toda igual. Como al tercer pedazo, ya estoy cansada”. Tiene sentido, hay que admitirlo. Para ella y para otros que deben pensar lo mismo va este dato. Un pequeño pero agradable local de la 3ª Av. de Los Palos Grandes (en la planta baja del edificio El Presidente, al lado del Restaurant del mismo nombre) vende slices de pizzas de ricos y originales sabores (olvídese de la piña, por favor). Pero lo bueno y original es que se la hornean al momento. Los cuadraditos de varias pizzas están allí en un mostrador esperando que el comensal decida: dos de vegetales, una de pepperoni, una con pesto... y es entonces cuando van al horno. Es rica, crocante, generosa en salsa y queso y barata. La puede acompañar con refrescos o un papeloncito con limón (no venden alcohol) y de ñapa una torta de chocolate que ni le cuento. Se llama Festa Di Pizza.

El gusto por lo oscuro
No voy a hablar de ocultismo, no se asuste. Uno de esos gustos que uno puede compartir con casi cualquiera, hasta con el enemigo político que haya elegido en estos tiempos, es el chocolate. Si a usted le gusta tanto como a mí (lo cual es un peligro y requiere un examen de sangre urgente), probablemente ya conozca lo que le voy a recomendar, pero nunca está de más. Sumo Gusto, el negocio de catering que queda en el C.C. Trinalta en La Trinidad (y más recientemente en Sebucan, después de subir eternamente por la Avenida del Excélsior Gamma), vende unas galletitas que no puede dejar pasar. Son mínimas, pegostosas y negras como la noche, y vienen cubiertas de azúcar nevada. Hágame el favor de probarlas, y después hablamos. Si quiere llevarlo todo al extremo, arrójelas en un bowl para cereal, báñelas con helado de vainilla y alquile una película que de verdad le guste. Y acuérdese del Lavativario cuando esté en la gloria.

El indio de Caracas
No le vamos a contar de ninguna plaza nueva. Esto es serio: hasta hace poco no se podía comer comida india (originaria de la India, Hindú no, porque el hinduismo es una religión y no un gentilicio) en Caracas. Algún extraño fenómeno había barrido con los lugares que los amantes de esta particular gastronomía frecuentábamos (como el Royal Tandoory en Centro Plaza y el pintoresco Delicateses Hindu en Sabana Grande). Pero se nos hizo justicia y de qué manera. En la Avenida Francisco de Miranda, en la Torre Delta (en dirección Oeste-Este, a pocos metros de la estación del Metro Altamira), un elefante de sabor espera agazapado. No tiene mayores luces que lo anuncien. Un modesto letrero indica que está allí: Masala Indian Bistró.
Pero una vez en la mesa, todo estalla. Los sabores condensados en los platos que prepara el Chef, Richard Daryanani,hijo de los propietarios del local, quien funde lo mejor del gusto de la India con otras tendencias gastronómicas en boga, es impresionante. Si se siente con ganas de entrar por la puerta grande, no deje de pedir el biryani de cordero: la carne, cocinada durante 5 horas en varias especias (entre ellas el particular cardamomo), se sirve en una cacerola individual y es sin duda un pasaje a la tierra de las mil y un deidades.

Un chichero de los viejos
Con tanta franquicia chichera por ahí, el sabor de este manjar de antes se ha uniformado. No es que tengamos nada en contra de la facilidad con la que ahora se toma chicha en el Sambil, en el supermercado, en donde sea. Pero hay cosas que uno extraña, pues ¿cómo se hace?
Hace poco me encontré un chichero desfranquiciado que, en una tradicional cartulina fluorescente exhibía en caligrafía de marcador negro: “Chicha de Ajonjolí”. Casi le brinco encima de la emoción. Pero me calmé, pude mantener la compostura y me tomé un vaso. Debo decir que estaba rica, pero además que, me pareció fascinante encontrarme a un chichero old fashioned en pleno corazón de la Chacao más sifrina. Por purita nostalgia se lo cuento, a ver si se acerca y prueba esta variedad, que ya casi no se ve en esta ciudad de locos. El señor está frente al supermercado Los Campitos, en el Centro Comercial Mata de Coco.

Noches de cata
Imagine un olor. Cierre los ojos (después de leer, claro) y trate. Imagine, por ejemplo, la madera de la biblioteca, o los duraznos que le gustaban cuando niño.
Ahora, búsquelo en una copa, dentro de un vino. Ese líquido que logra colores maravillosos, también hace una fiesta en la nariz, en la boca y en todo lo que toca.
Aprender a apreciarlo es tarea ardua pero sin duda placentera. Y hay quienes lo ayudan a uno a salir de la caverna del “blanco o tinto”, para empezar a distinguir cepas y maridar con platos en la cena.
Yo, - que además confieso que siempre había soñado con tener un bar, “el bar” (como el que los escritores que me gustan siempre tuvieron)- ya me aficioné. Tengo el ancla puesta en “La viña del Señor”. Esta vinería pequeña, acogedora, y atendida bajo la cordial y nada pretenciosa sabiduría de su propietario, Luis Elías Rodríguez, se va convirtiendo en una casa, no sólo para esta servidora, sino para los amigos cercanos. Ahora las celebraciones, las derrotas, las reuniones y los cuentos, se han ido trasladando allí y el aprendizaje que de todas estas citas ha salido es invalorable.
Si usted es, como yo, de esas personas a las que les gusta el vino, pero le tiene miedo a los expertos, aquí se va a sentir mucho mejor. Y si conoce ya del tema, lo que va a encontrar entre las botellas que trae Luis, no lo va a dejar indiferente.
La Viña del Señor está en el Centro San Ignacio, Nivel Terraza (debajo de los cines) y en Internet www.lavinadelsenor.com

Majarete de Oro
No vayan a creer que a alguien se le ocurrió bañar a nuestro tradicional postre con una capita de oro, al mejor estilo Sacher. Aunque deberían. El tema es que, sí, lo confieso, creo que el majarete debería estar entre una de las 7 maravillas del mundo (explíquenme ¿qué hago yo con el coloso de Rodas?). No todo el mundo piensa así; pero bueno, cada uno en su derecho. Como muchos de mis lectores son como yo y confío en que debe haber más de uno que suspira también por el majarete, les cuento de uno ma-ra-vi-llo-so: el de Oro Café, de Mercedes Oropeza, en el Centro Coinaza de La Castellana. Se desbarata en la boca, es super delicado, pero mantiene esa cosa propia del majarete que uno extraña tanto, porque casi no se ve en los menús y ya no quedan muchas abuelas que lo hagan rico. Cuando puedan, vayan y pruébenlo.


Ánima sola suelta en Hollywood
Entre la maraña de oscuras referencias que componen (o descojonen) la cinta Gothika (Mathieu Kassovitz, 2003), se dejó colar una leyenda venezolana (popular en otras partes de Latinoamérica). Tristemente sólo de pasada (y para confundir un poco más al pobre espectador) hace una leve aparición el Ánima Sola.
Pero la historia del alma en pena, es mucho más atractiva de lo que deja saber el guión de Sebastián Gutiérrez (venezolano, por cierto, director de El beso de Judas). No hay un consenso claro sobre su origen. Mercedes Franco, en su Diccionario de fantasmas, leyendas y misterios de Venezuela, habla de un soldado patriota, muerto mientras corría a avisar a sus compañeros de la cercanía del enemigo. Pero la imagen más extendida es la de una joven ataviada con una especie de dormilona, con los brazos elevados como en súplica, sujetos por cadenas y rodeada de llamas. Otras leyendas nacionales dicen que al Ánima Sola le rezaban las mujeres de mala reputación, para ganarse el amor de algún hombre.
Complicadas ceremonias describen desde un hechizo que la interesada podía practicar por sí sola y en una sola noche, hasta rituales que se extendían hasta por 9 días e implicaban la presencia de algún “experto”, que supiera cómo invocar al alma en pena.
Aunque en varias tiendas especializadas en esoterismo es común toparse con su imagen, en Internet el Ánima Sola ha encontrado más adeptos. Velas para “trabajos”, tatuajes, un cómic, una banda de rock, bolígrafos con imágenes flotantes y hasta una cortina de baño, son algunos artículos para los que la pobre dama entre candelas ha prestado su atormentada imagen. Independientemente de que a estas alturas no se sabe de donde salió, merece cierta compasión. Qué iba a saber la pobre que sería venerada como cualquier Hello Kitty por los amantes del kischt universal.

The British Cumbia
Cuando Richard Blair presenció la grabación del disco “La candela viva” de la folklorista colombiana Totó La Momposina, en los estudios Real World, se quedó pasmado. Tanto, que este DJ, ingeniero y productor musical se montó en un avión y se vino desde aquel molino monumental donde trabajaba con Peter Gabriel hasta la hermana ciudad de Bogotá. Allí se encargó de conocer la música colombiana por dentro y por fuera, produjo discos para Carlos Vives, Los Aterciopelados y la gran Totó y, desde 2000 se puso a hacer su propia versión del asunto. Se llama SideStepper y suena demasiado, pero demasiado sabroso. Salsa, cumbia y guaracha se envenenan de drum-n-bass y chill out en los cuatro discos que lleva hasta ahora: “More Grip”, “Logozo” (2000), “Southern Star”, “3am” (2003) y, más recientemente y disponible en las tiendas caraqueñas, Continental.

Warhol en la playa
Nunca está de más saber dónde se consiguen libros de arte. Mucho menos si además la oferta incluye postales, afiches y pósters en varios formatos, tamaños y con un catálogo de imágenes que incluye prácticamente de todo. No estamos hablando de la isla de Manhattan, sino de una más cercana: la mismísma Margarita. En el Sambil de “laisla”, la Galería Boticelli es un buen lugar para visitar cuando el sol arrecia demasiado y refugiarse en la búsqueda de todo tipo de imágenes, para sí y para regalar a los seres queridos. No tiene pérdida y los precios son bastante aceptables.


Aquellos días de joystick
Un amigo, que es un fanático de cuanto gadget tecnológico sale por ahí, me revolvió el pasado con un hallazgo que hizo en un viaje: un paquete de Playstation que incluye absolutamente todos los juegos que le robaron horas de sueño y esparcimiento a los niños de los 80: los de Intellivision.
Para las nuevas generaciones que me leen, esta era una consola enorme, a la que no se le cargaban CD, sino cartuchos, había que darle unos golpecitos para que prendiera y lo podía dejar a uno muerto de rabia en medio del nivel, si se recalentaba y se colgaba.
Ahora, por supuesto, nada de eso sucede e Intellivision vuelve para los nostálgicos, con sus mismos gráficos precarios (muñequitos cuadrados corriendo a paso de morrocoy), y sus musiquitas de dos notas. Hay más. Encontré un sitio www.intellivisionlives.com donde se pueden bajar algunos de los juegos más queridos gratuitamente, comprarse estos paquetes para nuevos formatos vía Internet y hasta soltar unas cuántas lágrimas rememorando la edad de piedra del videojuego.

Frías, bellas, escamadas
Una escena que uno nunca puede olvidar es la de Ka, la serpiente del Libro de la Selva, tratando de hipnotizar al pobre Mowgly. Parte de ese encantamiento puede verse en Caracas, sin alejarse demasiado de la vía del Metro: en el terrario del Parque del Este. En medio de esta ciudad donde todo desaparece sin dejar huella, este es un refugio para reencontrarse con los mejores días del parque y para entregarse a la contemplación de una buena variedad de especies: la boa reticulada, la temida anaconda, la cascabel, varias falsas corales, y una verdísima y brillante lora, además de la popular tragavenados, con la que podrá tener contacto cercano. Uno de los guías, permite a los visitantes de todas las edades tocar la serpiente y hasta fotografiarse con ella (un servicio del centro). Está abierto entre las 9:00 am y las 5:00 pm y ofrecen visitas guiadas que hay que reservar a través del 286-6666.


Juan y su mula
En 1959, la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia contrató a la agencia de publicidad Doyle Dane Bernbach para que diseñara una estrategia “innovadora”. La idea era impulsar la venta de café dentro y fuera del hermano país. El resultado salió con nombre, apellido y mula: Juan Valdez. El actor colombiano Carlos Sánchez, lo interpreta desde 1969 (el primer Juan Valdez, vivía en Nueva York) y para los colombianos él es la quintaesencia del cultivador de café y representa a más de 300 mil trabajadores reales que componen esa industria.
Pero además de mostrar su sonrisa en las grandes campañas de mercadeo y firmar autógrafos que exhiben con orgullo algunos vendedores, Juan Valdez es el nombre de varios locales regados por Bogotá. Preparan unas merengadas de café helado, condimentado con galletitas, arequipe y otras delicias y venden paquetes de café de varios tipos para llevar a la familia. En el aeropuerto El Dorado de Bogotá, este local es una buena forma de pasar el tiempo antes de abordar el avión.
Por cierto, Juan Valdez encontró sucesor. La historia completa está en la revista Gatopardo de este mes de octubre de 2006 (en los quioscos venezolanos, con Scarlet Johanson en tapa).

Artista prófugo
En Londres, hacer un graffiti es un delito penado por la Ley. Te pueden echar, facilito, más de un año por andar pintando la propiedad privada. Y si alguien le vende spray a un menor de 16 años, se mete en un problema. Pero el sabor del peligro es la sal de la vida ¿no? Sobre todo en estos tiempos en los que “el anger managemet no funciona”. Esta frase es la bienvenida del sitio web de Banksy, un artista británico que decidió utilizar como soporte los bienes públicos y privados de la ciudad. Su trabajo está cargado de ironía y vale decir, es sumamente interesante. En la isla todos andan tras él. Algunos fan porque quieren lecciones. Famosos como el cheff Jamie Olliver porque lo quiere como decorador para su restaurant. Y la policía... presumimos que para nada que tenga que ver con arte callejero. Si este muchacho decidiera dejar en paz las paredes y meterse a “artista conceptual”, seguramente la historia sería otra. Pero mientras se pueda ver, hay todo un seguimiento a su obra en www.banksy.com.uk

Chino en taguara
Comida china. Eso es todo. Sentarse frente a un plato cuyo sabor nunca, pero nunca sale igual si se hace en casa, agarrar los palitos y deleitarse mientras los mesoneros y otros comensales se pasean hablando a gritos cosas que nunca, pero nunca entenderemos. Y que conste que no estamos hablando de lumpias ni de pollo agridulce. Una taguarita (no, no es despectivo, es cariñoso) ubicada en la 3ª avenida, entre 2ª y 3ª transversales de Los Palos Grandes (poco antes del Excelsior Gamma), es un descubrimiento que reúne lo rico y lo raro de la comida china del norte (mucho cerdo, picante y sabores fuertes) con el amiente de una casa de familia en la que las cosas tienen su propio ritmo. Unas cuantas mesitas, una carta pequeña y unos precios bastante impresionantes en estos tiempos componen este lugar insólito. No tiene nombre visible, por cierto, pero no hay pérdida.

Algunas decisiones en torno al Sr. Lennon
Hace un par de noches pasaban en televisión un programa sobre los últimos años de John Lennon. Se le veía feliz en la cama con Yoko. Abrió una carta en la que un fan le decía: “Amigo Lennon, consultaba la ouija y me dijeron que tratarán de asesinarte, el próximo 6 de marzo. Me lo dijo el espíritu de Brian Epstein. Ten cuidado, por favor.”
El pasado 9 de octubre John hubiera cumplido 63 años. Probablemente, seguiría cantando y presentándose en todo el mundo y no hay duda de que hubiera sido un duro activista por la paz en Irak. Pero Mark Chapman decidió asesinarlo.
El pasado 6 de octubre la comisión de libertad condicional de Estados Unidos decidió no concederle este beneficio a Chapman, quien está recluido en la cárcel de alta seguridad de Attica, Nueva York, desde hace 24 años.
Días antes de que se conociera esta noticia Yoko Ono, decidió poner a circular por Internet una petitiononline para recoger firmas mostrando rechazo por la solicitud de Chapman. Se recogieron 2000 firmas y algunas amenazas de muerte a Chapman, si resultaba libre.
El asesino llegó a decir, en una ocasión, que si Lennon pudiera intervenir, hubiera decidido perdonado. Quién sabe.

Fotomátese
El artista plástico Chuck Close publicó hace poco en la revista Esquire una guía para tomar autorretratos con dos muy buenas fotos suyas que dan testimonio de que estos 5 pasos que sugiere funcionan. La transcribo para que mis lectores se animen a robarse un pedacito de alma.
1. Sepa qué está fotografiando. El artista sugiere colgar un pedacito de filtro reflector sobre el lente. Esto le permitirá verse dentro del mismo y captar su mejor pose.
2. Adapte su objetivo. Fíjese bien en qué es lo que quiere que salga en la foto y elimine todo lo que no quiere en ella. Ese pedazo de pared sucio detrás de usted, por ejemplo.
3. La foto saldrá. Paciencia. Close dice que él no apuesta por las fotos “naturales” porque terminan siendo muy posadas. No importa si se ven demasiado emocionadas o no. Hay que probar y probar. Si lo que quiere es una buena foto, seguramente está en camino.
4. Enmárquese. Close prefiere disparar siempre a la cabeza y los hombros. “Se pueden enmarcar de maneras muy interesantes. Imagine el rectángulo donde entran y disfrute con esas posibilidades”.
5. Juegue con las luces. Una luz suave puede hacer su foto sugerente. Una desde abajo, lo hará lucir como Frankenstein. Close sugiere luz más fuerte de un lado que de otro. “Esto le dará profundidad a la foto”. En todo caso, experimente.

Retratos de familia
En realidad se trata de mucho más que eso. El señor Ernesto León me manda una buena lavativa. Desde hace años alimenta una enorme colección de postales venezolanas, de esas que uno mira y mira sin poder escaparse del aplastante lugar común: “todo tiempo pasado...”. Pero como entre sus objetos personales sólo podían ser contempladas por sus ojos, cada vez más obsesionados con la colección o por algún amigo que iba de visita, decidió ponerlas a la disposición de todos. En www.viejasfotosactuales.org hay una suerte de puerta abierta a otra dimensión donde los sombreros, los vestidos elegantes, los lujosos automóviles y la ciudad que apenas nacía de entre la maleza ocupan el espacio que hoy nos golpea la vista con un buhonero vendiendo ropa íntima de señora, un niño haciendo malabares en el semáforo o una persona que duerme sobre la acera. Un aporte personal a estos días tan revueltos que conviene conocer.

Puede cambiar con confianza
No entiendo. Le doy vueltas y vueltas a la idea y no entiendo. El comercial más viejo de la televisión venezolana, el del limpiador de pocetas MAS, fue modificado. Así, sin más ni más, después de décadas el WC con rostro y voz femeninos que invitaba a “pasar con confianza”, prometiéndonos que la veríamos “limpiecita como un sol”, dejó de ser quien era.
Pero no vaya a pensar que en su lugar hay una nueva pieza publicitaria producto del ingenio de algún creativo de “los de ahora”. Nada de eso. Ahora, la misma voz y el mismo rostro (sometido quizá a alguna cirugía estética) nos hablan desde un baño “digital”. Una animación computarizada sustituyó a aquella a la que uno le tenía cariño, únicamente por su esencia kischt, por ese aire vintage que recreaba su voz. Ahora, cambiar a la pocetica de los años 70 por un baño que ni siquiera es real, es un punto medio sobre el cual, definitivamente, los fieles amigos de la pocetica antigua debimos haber sido consultados. Quién sabe si la Ley Resorte no tenga algo que ver con tan arbitraria (y, vale decir, absurda) decisión. Pero en fin, hay de todo por ahí.

Oro de otros tiempos
Hace unas noches conversaba con un amigo sobre las especias. Él, que es un gourmet y un cazador de sabores, me recordaba cómo las especias eran tan costosas como el oro y sirvieron para construir las recetas de los grandes imperios y para fines muchos más prácticos (como cubrir los sabores de los alimentos en descomposición, en una época sin neveras).
El episodio me sirve para hablar de un pequeñísimo rincón de Caracas donde hoy, que ya no todas son tan costosas como el oro (el Azafrán cuesta incluso más), se pueden comprar, oler y llevar para condimentar como reyes. Se llama Casa de Campo y está en la calle Páez de Chacao. Vale la pena ir con tiempo, porque uno queda atrapado entre todos esos olores y colores y después no se quiere ir.


El imperio de lo efímero
Es inevitable escaparse. Uno sale de viaje, se topa con una tienda interesante, tiene la tarjeta picándole en la mano y… todo se desencadena solo. Y no hay porqué sentirse culpable. Total, hay mil excusas posibles: uno trabaja para darse sus gustos, “la vida es ahora”, “hay ciertas cosas que no tienen precio”, etc. Lo importante es identificar dónde comprar lo que a uno le gusta y no dejar todo el cupo de dólares en el intento. Si usted, como yo, ama los cachivaches con utilidad mínima y máximo poder de imagen (una franela con el logo de The Ramones, un pin con la cara de un héroe de infancia como R2D2, una libreta con todos los personajes que viven en Springfield en la portada, un cartel de La Naranja Mecánica de Kubrick, y mil etcéteras) esta tienda le va a encantar. Se llama Hot Topic, es una cadena de merchandise con cierto gusto rebuscado y está regada por todo EEUU. Para ubicar la más cercana a su destino viajero, o comprar a través de la red visite www.hottopic.com. La tienda además mantiene una fundación para fomentar la formación de jóvenes músicos y artistas.

La hora del Té
El Té se puso de moda en Caracas. La milenaria infusión, originaria de Asia, agarró un boom comercial (bastante tardío ¿no?) y ahora las señoras se reúnen a pasar la tarde entre teteras de porcelana china y costosas mezclas de hierbas y flores. Pero hay un rinconcito donde puede disfrutarse uno de los mejores, por un precio bastante económico. El mismo Boston Bakery de siempre (que estaba en Altamira y ahora abrió sus puertas en la Av. Andrés Bello de Los Palos Grandes, en Caracas) sirve, con mucha disciplina, Té Twinings. La marca, con trescientos años en el mercado y diez generaciones empacando bolsitas de té, no sólo es de las mejores que se pueden encontrar, sino que es un símbolo tradicional cuando se habla de té en el mundo entero.
Boston Bakery ofrece una buena variedad de este té y a un precio inmejorable. No deje de probar.


Televisada no, pero rapeada sí
Para el público venezolano, la reacción ante una canción llamada “La Revolución no será televisada” trae a la mente ideas de todo menos inofensivas. Explicamos lo que hicieron los Molotov en su disco más reciente (un tremendo y muy ingenioso homenaje musical que va desde los Beastie Boys hasta La Sonora Matancera). En 1970 el representante musical del black power Gil Scott grabó una canción con este título. Esa canción, cuya letra hace alusión al tema racial en Estados Unidos, inspiró por un lado a los Molotov de México a hacerle una versión en castellano y muy mexicana y por otro (unos años atrás) a Kim Bartley y Donnacha O Briain a filmar la película con su versión de la crisis de abril de 2002 en Venezuela. Así que la revolución de los Molotov no tiene nada que ver con la de estas latitudes. Al menos por ahora. Y valga la recomendación del disco, que está bien “chido”.


Chinatown valenciano
En las ciudades grandes, que concentran una importante población de inmigrantes, siempre hay un barrio chino lleno de cosas maravillosas para el comprador compulsivo. Y aunque Caracas tiene su mínimo Chinatown (El Bosque), en Valencia se destapó una verdadera novedad: un centro comercial fue tomado casi por completo por los chinos. Pero olvídese del arroz y las lumpias y abra su mente: Tiendas de ropa, quincallas, ventas de películas y música, peluquerías, zapaterías y supermercados sacan a la calle productos empacados entre ideogramas y mujeres felices, dragones que echan fuego por la nariz y lo que Charly (García) llamaría “esos raros peinados nuevos”. Si se anima a entrar en este mundo increíble no deje de ver los zapatos femeninos. Hay maravillas a muy buen precio. Otro imperdible es la variedad de fideos e ingredientes deshidratados para cocinar. Está en el Centro Profesional Avenida Bolívar, en la Avenida del mismo, sector Norte, nombre de Valencia.

Camina, no corras
Con un slogan como éste, cualquiera que no esté sintonizado con el just do it de Nike, al menos va a sentir curiosidad. Y no es para menos. Camper hace unos zapatos que se han posicionado entre cierto público alternativo por lo original de sus diseños y por una premisa que no parte de la belleza, sino de la comodidad. La historia de Camper tiene que ver con la tradición y la constancia. Dos generaciones de la familia Fluxá se dedicaron al negocio del calzado hasta que Lorenzo, nieto del fundador de la fábrica original, decidió hacerlo de la manera más original posible y, en 1975 inauguró la fábrica que hoy conocemos y que ya tiene tiendas en varios países del mundo.
Pero ahora, además de hacer zapatos, la gente de Camper se dedica a otros negocios, no menos lucrativos. En el barrio El Raval, en Barcelona, España, un laberinto de callecitas oscuras lleno de cafés en los que se reúne la juventud catalana, toda una cuadra está signada por la marca.
Una esquina exhibe la tradicional tienda de calzado. Al lado, unas puertas de vidrio separan la ruidosa calle del Casa Camper Barcelona, una casa del siglo XIX convertida en un hotel boutique de 25 habitaciones. El lobby es un espectáculo. Un mostrador exhibe objetos que fueron encontrados en la casa mientras se hacía el hotel y las siluetas de unas maletas se proyectan desde una caja de luz y vidrio en el lugar de espera para el check in. El hotel es no smoking, la habitaciones tienen una “salita de estar” o mini lounge además del cuarto de descanso y están decoradas en el más puro estilo minimalista. El tercer local de la cuadra, también Camper, vende lo que unos amigos míos llaman “bolo alimenticio”. Se trata de FoodBall, pelotitas de vegetales (la carne es mala, recuerde querido lector) o frutos secos que se pueden acompañar de infusiones, cerveza de cáñamo o agua (que es lo único gratis). La comida, diseñada por nutricionistas, pretende ser una opción saludable y, para que negarlo, muy original. No hay mesas: todo se consume en unas gradas con pintas como “salva el planeta” o “el agua es de todos” (como en el fútbol) y los platos y vasos son biodegradables.

Detalles: al hotel no se puede entrar, a menos que usted tenga una reservación. Una puerta de vidrio señala: sólo huéspedes, lo cual, si bien se entiende por la curiosidad que debe despertar entre los miles de visitantes de la ciudad, es un poco rudo. Y bueno, el agua es para todos, pero los zapatitos y el hospedaje no tanto: un par de zapatos cuesta entre 70 y ciento y tantos euros. Y el precio de una habitación doble arranca en los 190 euros por noche, sin impuestos incluidos. Una cosa es el discurso y otra los negocios ¿cierto?
Langosta todo el año
La culpa no es mía, sino de Marisa, que cada vez que compraba comida en Via Appia Express me traía una. Y la verdad es que me volví adicta. Me dedicado a probar las de otras pastelerías y ninguna es siquiera parecida. Hablo de la cola de langosta o sfogliatella, un dulce más o menos elaborado, que es como un cucurucho de pasta crujiente relleno de crema pastelera. El lector que ya me conozca debe saber de mi debilidad por todo lo que contiene azúcar, pero créame que esto es una categoría en sí misma. Un consejo: vaya temprano porque después de la hora de almuerzo ya no hay. Via Appia Express está en La Castellana, al final de la Avenida Blandín, por la parte de atrás de la torre Corp Group. Tienen website: http://viaappiaexpress.com/

Media Vaca nada más
Una de mis debilidades son los libros para niños. Primero, porque me encantan los libros y segundo porque para hacer libros infantiles se necesita conectar con una sensibilidad especial, que no todo el mundo tiene. Hace un par de años me topé con Media Vaca, una editorial de Valencia que edita lo que podría agruparse en una categoría muy amplia como “libros para niños”, pero que en realidad va mucho más allá. Escritores como Max Aub y Bernardo Atxaga tienen títulos en esta colección. El diseño y las ilustraciones son dignas de exhibir en la mesita de la sala al lado de cualquier libro de arte y si de paso, usted tiene niños, compartir con ellos la experiencia de estos libros va a ser un incentivo inigualable para iniciarlos en la lectura. Se consiguen en Venezuela, en las librerías del Banco del Libro, en Tecniciencias y en las Estudios y no son excesivamente caros. Si viaja a países de habla hispana, es probable que los encuentre.

Banksy ataca de nuevo
Una vez más, hablamos de él. Aunque se dio a conocer por sus grafittis y pesan sobre él varias órdenes de detención por fraude, ya la prensa lo llama “el bromista del arte”. Esta vez se le ocurrió hacer una particular “donación” al Museo Británico. Nadie se explica cómo colgó de una de las paredes de la sala 41 un trozo de piedra con una figura grabada: un hombre con un carrito de supermercado. La particular pieza, de la que Banksy dio aviso en su página web, se exhibió durante un buen tiempo en una pared, con la identificación de “hombre primitivo camino del supermercado”, hasta que las autoridades del museo la descubrieron. Banksy ofreció como recompensa una de sus pinturas al primero que se fotografiara con la pieza “prehistórica”. Hubo un ganador: Mantis, quien sonríe y guiña un ojo en la foto. Banksy promete seguir escondiendo “tesoros” en los próximos meses. Si le interesa, puede suscribirse, enviando un email a treasure@banksy.co.uk.

¿Qué onda güero?
Beck es un tipo talentosísimo. Su nuevo disco, Guero, del que la prensa especializada dice que es el lado B de Odelay, lo resucita de la cenicilla donde quedara después del nada exitoso Midnite Vultures (99) y el nostálgico (pero grandioso) Sea Change (2002). Beck vuelve rapero, con un toque mexicano y algunas notas tristonas en un disco que se deja oír completo una y otra vez, con la participación de los Dust Brothers y la colaboración de Jack White y los Beastie Boys. Juan Carlos Ballestas dice que desde ya se puede afirmar que éste será uno de los mejores de 2005. No tengo dudas al respecto. No sé si por estos lares llegará la edición deluxe, pero vale la pena: incluye remixes, bonus tracks, un DVD con videos y viene en un librito blanco, con artes para cada una de las canciones de Marcel Dzama. A ver cuánto va a costar.