lavativario

Escaparate de curiosidades. Una suerte de guía de lugares, comidas, libros, discos, bebidas y otros un poco fuera de los estándares más usuales y hecha desde una óptica muy personal. Esas cosas que sólo le recomiendas a tus amigos más cercanos.

Tuesday, February 13, 2007

Más memorias del Hay (II)

Vuelvo con más del Hay Festival (y perdonen por favor lo lento que voy con esto, pero tengo encima un cerro de trabajo que no se imaginan).

La ciudad narrada

Los colombianos Jaime Manrique Ardila y Mario Mendoza, el cubano Pedro Juan Gutiérrez y el irlandés Robert McLiam Wilson sostuvieron una sabrosa conversa sobre la forma en la que cada uno de ellos entiende la ciudad sobre la que escribe, cómo sus entornos urbanos los influencian a la hora de teclear.
Comparto con ustedes algunas cosas interesantes que dijeron:

McLiam Wilson: Creo que siendo Belfast una ciudad de provincia la sangre de la gente corre a ritmos distintos que en Dublín. Para los habitantes de una ciudad de provincia la vida comienza sólo cuando se sale de allí, cuando se va a la ciudad grande, a las capitales. Yo me considero un fanático de la ciudad de provincia.
La novela moderna y la ciudad moderna nacieron prácticamente al mismo tiempo. Toda ciudad necesita una novela que la resuma, que la narre.
Las ciudades son lugares mágicos, porque muchísima gente ha vivido en ellas y las huellas de toda esa gente que vive allí y la que ha pasado, la que ya no está, crean una atmósfera fascinante.
Cuando ves a la gente caminando por las calles de las ciudades no puedes evitar preguntarte “¿Cómo son sus vidas?”. Esto es algo que pasa cientos de veces en un día en una ciudad. De verdad, me fascina.
Gutiérrez: La literatura nace del asombro, del antagonismo, del conflicto. Mis libros se desarrollan en Centro Habana porque ese es el lugar que me produce esa sensación. Una ciudad conflictiva se apodera de ti, irremediablemente. La Habana son muchas ciudades, pero Centro Habana es la mía. Me tiene atrapado desde hace 19 años y mis libros no serían ni remotamente parecidos a los que son si los hiciera en otra parte.
Manrique: Cuando empecé a escribir, en rechazo a toda esa escritura colombiana de los años 50, quería hablar de la ciudad. He escrito sobre todas las ciudades en las que he vivido.
Mendoza: Las grandes ciudades están siendo invadidas por una violencia psíquica abrumadora. Me interesa por ejemplo el mundo de esos viejitos que viven aislados dentro de una ciudad muy poblada, que no tienen a nadie con quien hablar aun cuando viven entre tanta gente. Hay una catástrofe moral que nos está consumiendo.

Recordando a Bolaño
Jorge Volpi y Santiago Gamboa se sientan en una mesa y comienzan a hablar de Roberto Bolaño, su amigo, su escritor querido. Los recuerdos, documentados o anecdóticos, se apoderan del salón. Aquí, algunas líneas pronunciadas por ambos y tomadas del aire y un chiste contado en un taxi.

Bolaño en el manifiesto: Volpi reconoce su estilo en algunas líneas del Manifiesto de los Infrarealistas (el movimiento que fundó Bolaño junto con Mario Santiago Papaquiaro, Cuauhtémoc Méndez, Bruno Montané, Juan Esteban Harrington, Oscar Altamirano, José Peguero, Guadalupe Ochoa, Edgar Altamirano, Pedro Damián Bautista, Élmer Santana, Ramón Méndez en México, en 1976). Volpi lo recuerda en “Que la amnesia nunca nos bese en la boca. Que nunca nos bese”, “Un pobre vaquero solitario que regresa a su casa, que es la maravilla”.
Llamada telefónica: “La verdadera obra maestra, por definición, debe pasar inadvertida”. Se lo dijo Bolaño a Gamboa por teléfono, con la promesa (incumplida porque se fue para siempre) de explicarle después a qué se refería.
El mejor libro: Estrella distante (coinciden en esto los dos escritores).
El último escritor latinoamericano: Así lo define Volpi. Según el escritor mexicano, “con Bolaño termina esa idea de la literatura latinoamericana heredada del Boom. En Los detectives salvajes lleva esta tesis a sus últimas consecuencias. El sistema de producción optimista de la novela del Boom, degenera en el pesimismo de Bolaño”.
México: Dijo alguna vez: “No vuelvo porque allá está mi inspiración y me da miedo que se me marchite”.
Bogotá: Lo invitaron a la feria del libro de Bogotá de 2004 y respondió: “Voy si alcanzo a cambiar de hígado”. Tristemente no fue así y se fue en julio de 2003.
El chiste: Lo cuenta Jorge Volpi en un taxi, advirtiendo que es muy malo, pero que a Bolaño le encantaba y le hacía un montón de versiones.
“Entra muchacho muy atractivo en una discoteca. Mira a una chica muy atractiva, se le acerca y le dice: ‘¿Cómo te llamas?’. Ella responde: ‘María’. El dice: ‘Oye, María ¿Quieres acostarte conmigo?’, a lo que María responde: ‘Pensé que nunca me lo preguntarías”.

Salsa culturosa
Un lugar indispensable para rumbear en Cartagena es Quiebra Canto. Queda en Boca Grande, fuera de la Ciudad Amurallada, pero muy cerca de una de sus entradas, al lado del Centro de Convenciones, abre toda la noche y tiene como especialidad la salsa (no la de tomate, la brava). Carteles de viejas películas y fotos de todos los salseros famosos vigilan desde las paredes que nadie salga de allí sin haber sudado a litros y bailado hasta la saciedad. Es un pecado no ir.

Para la próxima:
Una conversación inolvidable entre Alma Guillermoprieto y Pedro Juan Gutiérrez, un lugar donde la langosta es rica y barata y cómo la tradición musical de un pueblo se vuelve Champeta. No tardo tanto, les prometo.